Así se pronunció Marianela Rodríguez, Gerente de la firma Gesuga, con motivo de su participación en el programa “Ecovoz”, emitido por Radio Voz Galicia.
En el transcurso de su intervención, recordó la crisis ocasionada por la encefalopatía espongiforme bovina, en la que enmarcó la actividad desarrollada desde entonces por Gesuga, entidad encargada del correcto tratamiento de los subproductos que deben ser retirados de la cadena alimentaria, obteniendo harinas cárnicas que se entregan a gestores autorizados para su destrucción.
Explicó que la empresa recoge todo tipo de animales, mayoritariamente los procedentes de explotaciones ganaderas, tanto sea vacuno como ovino, caprino y equino, incluyendo igualmente a los animales domésticos y de clínicas veterinarias, así como los productos alimentarios incautados en aduanas.
Se muestra convencida de que el sello de calidad constituye el principal aval del desempeño sostenible de una empresa, toda vez que obliga a una mejora continua.
Cerceda, a 31 de mayo de 2016.- En una entrevista concedida a Radio Voz, dentro del programa semanal de corte ambiental Ecovoz, Marianela Rodríguez, Gerente de Gesuga, firma centrada en el tratamiento de subproductos cárnicos no destinados al consumo humano, habló de los inicios de esta compañía, que saltó a primera línea empresarial a raíz del conocido como “mal de las vacas locas” (encefalopatía espongiforme bovina), marcando un antes y un después.
De lo que se trata, tal y como explicó, es de “procesar aquellos subproductos que deben ser retirados de la cadena alimentaria, garantizando que no vuelvan a la misma”. De hecho, indicó que actualmente estos materiales no pueden ser comercializados para piensos, extremo prohibido por la legislación vigente.
La planta se puso en marcha en 2005, contando entonces con una capacidad para procesar alrededor de 10 toneladas/hora, que a día de hoy ya ha sido duplicada, alcanzando las 20 toneladas/hora.
Recordó que, antes de la crisis de las vacas locas, el tratamiento que recibían estos residuos era el enterramiento de los mismos en explotaciones ganaderas. Ahora Gesuga los recoge, haciendo igualmente acopio de los mismos en mataderos, áreas de despiece y, en general, industrias alimentarias.
Tras el proceso de transformación en la empresa cercedense, a partir de estos subproductos se obtienen harinas cárnicas (en torno a 50 toneladas diarias), que se entregan a gestores autorizados para su destrucción. Actualmente se destinan a cementeras, que las utilizan como combustible.
Respecto a las grasas animales (20 toneladas diarias aproximadamente), éstas tienen dos destinos: quemarlas para generar energía térmica (vapor) o enviarlas a plantas autorizadas de biodiesel.
FIRME APUESTA POR LA CALIDAD DEL SERVICIO
A juicio de la Gerente de Gesuga, prácticamente todas las empresas están concienciadas con la necesidad de proteger el medio ambiente, ámbito en el que se desarrolla nuestras vidas. De ahí que se conceda mucha importancia al seguimiento y control de la actividad industrial.
Se muestra convencida de que el sello de calidad es un distintivo que acredita la imagen de las compañías dentro y fuera del país, identificando aquellos aspectos que pueden ser mejorados: optimizar el servicio prestado al cliente, ahorrar combustible y energía, mejorar la situación laboral, personal y de conciliación familiar de cada trabajador, etc. “Todo lo que es controlable, siempre es mejorable a la larga”, apostilló.
Explicó que Gesuga recoge todo tipo de animales, mayoritariamente los procedentes de explotaciones ganaderas, tanto sea vacuno como ovino, caprino y equino. Pero su actividad se extiende también a la recogida de animales domésticos y de clínicas veterinarias, haciendo incluso recogidas en aduanas de productos alimentarios que, por diversas circunstancias, se desechan, como es el caso de que se detecte algún problema como puede ser la salmonella. “Garantizamos que todo los subproductos son destruidos y eliminados de tal forma que se impide la incorporación de los mismos a la cadena alimentaria”.
En cuanto al coste del servicio, Marianela Rodríguez precisó que la empresa cobra por kilo. “En el caso de explotaciones ganaderas, los precios ya están establecidos; en el caso de los servicios prestados a clínicas veterinarias o bien a un particular al que se le muere una mascota, todo dependerá del desplazamiento que haya que realizar y de la urgencia. Si podemos aprovechar rutas, lógicamente el servicio resultará más asequible”. De todas formas, clarificó que es un coste “asumible para el ciudadano”.